Eterno escritor andahuaylino
El 28 de noviembre de 1969, José María Arguedas, se desenrajó un tiro en la sien, dejando inconclusa su novela El zorro de arriba y el zorro de abajo. Cuarenta años después y, en medio de metaliteratura y pastiches de Borges, su literatura aún perdura y es motivo de estudios de muchos. Aquí, una pequeña semblanza personal.
La primera vez que leí a José María Arguedas fue en 4to Secundaría con un fragmento de "Los rios profundos". Recuerdo que, pese a lo exiguo de la hoja y media, se me quedó grabado el niño Ernesto y el mundo del zumbayllu.
Tiempo después, en pleno tercer ciclo de la universidad lei en la vieja edición de oveja negra de pasta verde ( Gracias, García Márquez ) a seis soles, también, en Grau. Fue una lectura que me removió. Los personajes Stephen y Ernesto parecían idénticos, pero con las distancias de Dublín y Abancay (escribí un ensayo que solo enseñé a la novia de entonces)
A medida que conseguía algunos cachuelos, completé toda la obra de Arguedas y me impresioné de su calidad literaria y antropológica. Ndie como él para conocer ese mundo andino y dotarlo de lirismo.
Hoy, que cumple cuarenta años de fallecido, será motivo para leer y releer ( ojo que en bazar suelo de Grau y Lima está mas barato que en editorial Horizonte y los usureros) sus novelas y asquearse de cierto cronistucho ventrudo que, buscando el amarillismo, reveló que Arguedas buscaba niñas adolescentes para tener romance. Felizmente, el tipo ya ni truena ni suena. En cambio, José María aún perdura y perdurará.
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