miércoles, 2 de noviembre de 2011

LOS VENDEDORES DE LIBROS DE QUILCA Y UNAS ANÉCDOTAS


Compran libros del mercado de libros viejos de Amazonas y los revenden el triple o cuádruple


(Foto blog fexicidio)




Debo parte de mi cultura libresca al bazar suelo antes Grau y hoy Amazonas. Allí uno puede encontrar tantos tesoros de todo ámbito temático. Desde Psiquiatría de Alarcón hasta Mecatrónica y el libro del chinito cocinero Wong a mitad de precio.

Son tan baratos que no faltan por allí los revendedores; esos sujetos conocidos en la jerga como “rebeccas”

No sé si aun exista el código entre la nueva directiva de libreros de Amazonas, pero unos años atrás, recuerdo que ellos tenían fichados a los revendedores de Quilca quienes, por dar un ejemplo, compraban allí “Agua y otros cuentos de Arguedas “a 2 dólares y lo vendían 8 dólares en Quilca dependiendo de la cara y el terno del cliente.

Un día que buscaba libros de Magia donde un vendedor que ya me conocía y que llamaré Eusebio, ví surgir a una tipa trigueña de falda que revisaba con atención un libro grueso de Alice Bayley titulado “Tratado de los siete rayos”. Recuerdo que el vendedor le propuso un precio mínimo y la mujer no aceptó. Después, al irse sin el ejemplar, Eusebio me dijo que era una revendedora de Quilca que siempre buscaba libros de esa temática y quería pagar poco. Muchos de los vendedores ya la tenían fichada lo que significaba que tenía un precio especial distinto del cliente bibliófilo.

Uno se preguntará por qué existía esa presión sobre los revendedores. Una de las razones era que los libreros de Amazonas se abastecían de chacales ( así se denominan los surtidores) que iban a sitios como La Parada, instituciones, casas familiares y locales que desechaban libros y luego,estos volvían para el intercambio y venta.

Este proceso, raramente, lo seguían los revendedores de Quilca que, jamás tenían sus chacales y solo iban a los estantes y como la morena, hasta pedían rebaja.

Tiempo después, en una visita a Quilca, encontré el puesto de la morena en una esquina de ese boulevar y vi como un vendedor le ofrecía libros de Balzac, de Leadbeater, de Besant que ella rechazó. Un ex librero de Amazonas me contó que poquísimos vendedores de Quilca compraban libros a itinerantes vendedores, salvo excepciones y siempre al peso. Osea, los poemas completos de César Vallejo de Mosca Azul editores año 1970, se compraba al angustiado vendedor a 1 dólar con el floro que ya era viejo y se revendía en 20 dólares con el discurso que esa edición está agotada.

No he vuelto a ver a la revendedora en su puestucho usurero de Quilca, sino a los vendedores que te miran asustados, como si fueses a robarles sus libros, no sé si por lo peligroso de la zona. El panorama sigue siendo el mismo en cuanto a precios: libros carísimos y cuya última novela de Paul Auster cuesta 20 soles menos que en una librería. Osea, nada de rebaja. Hasta los libros piratas valen el doble . “El peruano imperfecto” de Ampuero fotocopiado te vale 12 soles cuando en Grau está 7 soles. Compruébelo usted mismo, lo peor sería que en Amazonas lo confundan con un revendedor. Ahí si se jodió usted y no el Perú.

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