miércoles, 10 de marzo de 2010

ETIQUETA NEGRA SIN BRILLO EN SU NUMERO 78

Noticias del futuro bostezo

¡ Qué sueño¡ Una lectura del número 78 de Etiqueta Negra (noviembre de 2009) , más que atraparnos, nos invita al sueño y refleja altibajos en los colaboradores de los temas. Tiene una de cal y otras de arena.
Tras los “consejos para quien piensa desaparecer “ escrito por el director, Marco Avilés , donde en su frase : “ y antes de emprender su aventura tuvo que contratar asesores que le explicarán cómo no perder de vista ningún detalle (….) “ le falta la coma después del “ y” y después de aventura, asistimos al texto de un chino que maneja una orquesta sinfónica a punta de celulares ; un buen tema que se pierde entre las disquisiciones del narrador .
De allí, la columna a favor y en contra, sólo son pretextos para hacer famosa a gente que tuvo y tiene su cuarto de hora como Arturo Goga, el único blogger que recibe un billete por postear y puede subsistir.¡ Qué envidia, ponjita!
Más adelante, esta etiqueta 78 sin brillo, pretende darse de ecológíca con un futurista dossier sobre plantar árboles en las calles punta del centro de Lima y propone pintar los cerros , para detener el calentamiento global. Temas que bien pueden entusiasmar a doña Martha Meier de El Comercio, pero que aquí parecen de adorno.
El proyecto de Augusto Ortiz de Zevallos de colonizar la isla san Lorenzo , podría haber sido un cuento ; cuando uno va a leer sobre el Super Cholo, nos encontramos con sus dibujos y se desperdicia al dibujante, que tiene mucho que decir.
Para continuar con el sueño ininterrumpido y la irregularidad de los capitaneados por Avilés, el perfil de Steve Jobs tiene un arranque interesante pero, poco a poco, su lectura se torna fatigante. El autor Tom Junod alarga la frase hasta aburrir (“Así, mientras todos se preguntan cómo llegar allí, cómo ganar terreno en el éter, Jobs, con su iPhone , ofrece la misma posibilidad que siempre tuvo, la de llegar hasta allí, con una caja brillante cada vez. Pero su alma se encuentra en esas cajas ; nunca se desbloqueó , y el servicio que introdujo en la presentación de junio del 2008 (…) fue considerado, luego (…) un fracaso “ ( p 94). La repetición de “llegar allí” y de “las cajas” es prescindible por tanta palabrería y verborrea inútil.
Sólo cuando los dirigidos por Avilés, se acercan más a sus lectores , parecen combatir el letargo, como en el lamento de Roy Kesey , un gringo al que un mequetrefe peruano vende autos usados que no duran ni una vuelta. La traducción de Toño Angulo, de quien creemos es junto a Villanueva lo mejor de esta revista, es aceptable.
Lo que resta de esta revistucha es un cuento de un tal Rodrigo Hasbùn, cuya primera frase semeja a un tallerista novel y, para variar, se deshilvana y finaliza sin gloria ni pena.
En suma, un número 79 flojísimo que tiene todo el molde una publicación collage. Que toma un poco por aquí, otro por allá, y listo el pollo lleno de refritos traducidos ( perfil de Jobs) .No hay nada que hacer que ser periodista freelance peruano es condenarse a ganar por debajo del honorario de un gasfitero o fontanero, y ni siquiera tiene atención médica, ni pensión de vejez, pero si deudas.
Ojalá Avilés y sus chocheras mejoren en las siguientes ediciones., pues botar 18 soles por una revista es un lujo y un día de comida, en este país. Las malas lenguas dicen que Avilés escribía siete notas periodísticas en un día , en sus tiempos de meritorio en El Comercio y provocaba el asombro de muchos. Parece que ahora el cargo de director le queda grande como el terno del hermano. Grandísimo.

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