Este año se cumple el centenario del arquitecto y ex
presidente de la República, Fernando Belaúnde Terry . No faltan los homenajes y una página del
Dominical del Comercio. Fuera de ello, fue un político que hizo lo que pudo en su segundo mandato. No
obstante, el imaginario humorístico hizo
trizas la imagen del gobernante.
Calzonudo, impotente, iluso fueron los tics de sus
detractores, pero el más doloroso,
Belagogo escrito en la segunda parte de
las memorias de ese escritor faxsimil llamado Alfredo Bryce Echenique. Con
todo, hoy en su centenario,
los medios de prensa le rendirán
pleitesía, pero no quienes se soplaron la sangre de Sendero
Luminoso y la crisis que hizo comer
pescuezo de pollo a muchos, so pena de morir de inanición.
Mis primeras experiencias con la figura del arquitecto
Belaúnde Terry datan de su segundo
gobierno, vía la caricatura de Alfredo Marcos,
donde nuestro presidente aparecía
asentado en las nubes ; entonces, no entendía el mensaje del
dibujante.
Mi padre solo me
hablaba que estábamos mal con el terrorismo y la inflación. Los simbolismos y chacota se sucedieron en los programas cómicos de entonces. Allí, se le
representaba como un
abuelito que hablaba sobre la
marginal de la selva y adhería la lampa , el símbolo de su agrupación política.
Tras un esfuerzo cerebral concluí que el tipo
hacía la del chavo-para usar la jerga de Trome- osea era
ajeno a la mi… y sangre que
rodeaba el país.
Algo que reforzó su frase célebre o boutade cuando afirmó que Sendero Luminoso era solo un grupo abigeos.
Abigeos que solo en Ayacucho causarían la muerte de 10, 561 habitantes.
Pero tampoco culpemos
al arquitecto pues el segundo capítulo con García lo
superó con creces. Belaúnde era, según unos historiadores “un caudillo carismático(… ) expresaba su
pensamiento mediante frases resonantes y
soñadoras , pero a veces enigmáticas”
(1)
Por lo que había que entender lo entre apagones y la asquerosa
lámpara de Petromax que enfermó de asma a un vecino.
Años después de
entregar la posta a García, desapareció del escenario. Acción Popular, su agrupación política fue decayendo hasta desaparecer en los noventa y junto con él, su inseparable Ministro,
Manuel Ulloa Elías, convertido en polvo
por un fulminante cáncer a la próstata.
La muerte de Violeta Correa su inseparable compañera, entristeció al arquitecto y tiempo después
falleció.
Quedará en mi memoria
una infancia de apagones, música que hoy se
escucha y un gobernante que afrontó sin éxito la masacre que se vivía. Y en
el lado literario, la ironía de Bayly en
calificar al arquitecto de impotente en la
novela “Los últimos días de La Prensa” y el siniestro Bryce de Belagogo en sus
memorias dardos “ Permiso para
sentir”.
Aun así el arquitecto
se yergue en el imaginario histórico sobre dos nulidades escriturales
que sólo viven de sus recuerdos.
Tomado de Contreras Carlos, Marcos Cueto. Historia del Perú
contemporáneo, IEp, 2005. P 320.
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