Con guitarra o con calabaza
Este 31 de octubre, mi país celebrará el día de la canción criolla con guitarra y cajón, pero también otros lo harán con Halloween, la fiesta de las brujas, donde se acostumbra, disfrazarse y andar con una calabaza, pidiendo caramelitos, entre otros ritos de la cresta.
Aunque no comulgo con ninguna fiesta de esas, ni me interesa perder el tiempo con huevonadas, recuerdo haber, mas que bailado y/o disfrazado, visto estas fiestas por otros.¡ Y de qué forma!
Aquel 31 de octubre de 1996, me largaba en el autobús, rumbo a la universidad, cuando divisé ascender a una señorona sesentona de gafas, blusa y falda morada, pararse en medio del interior de vehículo, pero no con su bolsita de caramelitos, sino con una andanada de verbo religioso mundano, donde no faltaba calificar a Halloween de fiesta demoníaca, para la incomprensión de la mayoría de viajantes, que como yo, pedían la asistencia de un locario.
Años después, Halloween, me agarró en medio de una clase in inglish please y aquí sí fue divertido con los caramelitos que nos repartimos; todo un ambiente amigable( hoy lo extraño) nada satanista o cruel como lo afirmaba la vieja loca.
Desde entonces, no volví a celebrar un halloween, ni menos un día de la canción criolla, porque no me gusta la jarana, el trago, la medianoche( en mi barrio asaltan y no creen en nadie). En el fondo, la música criolla siempre me dio la sensación de hambre, de bitute, que de bailar o coger una guitarra Falcón, comprada en Malambito, y cantar la limeña que tiene alma de tradición lejano amor, yo la quería patita y/o por lejos que estés cariñito allí, allí te encontraré.
Con todo sea la fiesta que fuere, no faltarán las calabacitas de plástico y porqué no recursearse, vendiéndolas, ahora que pesetean por escribir un artículo en la web. No sería mala idea, carretitas, brujitas.
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