El último maldito
Aunque nació en Alemania en 1920 a los pocos años, Charles Bukoswky emigró a los Estados Unidos y es allí donde se hizo escritor.Autor de titulos controversiales como "Erecciones, eyaculaciones y otros relatos de locura ordinaria , Mujeres, La maquina de follar se convirtió en el narrador de realismo sucio donde conjugaban el sexo, el alcohol, el desempleo y cierto sentido del humor ácido.
Mi primer contacto con la narrativa de Bukoswky fue con su libro de cuentos " La maquina de follar que compré a Manuel Rilo, el autor de "Contraeltráfico" en su puestucho de venbtas de libro en Quilca.
Desde ese día y comforme ahorraba pude comprar otras novelas del buko como Se busca una mujer , La senda del perdedor, Escritos del viejo indecente.
Su lectura me produjo y creo que a todos, los que de alguna forma lo leyeron, una sensacion extraña como la cresta a mi también me pasó eso.
Pero entre elvértigo de un Chinasky alter ego del autor, perdedor y anarquista que solo necesita de alcohol y una vieja furcia para escribir, encontramos un narrador con un sentido del humor irónico.
Los críticos dicen que Bukowsky empezó a escribir mejor em sus últimos años de su vida como en la divertida novela Pulp. Le achacaban que la mezcla de sexo, alcohol, desesperanza ya era refrito y charlatanería.
Para mi su lectura, significó un aporte. El de sus frases cortas y contundentes, un Hemingway más procaz.
A raíz de su muerte en 1994, el fenecido Christian Vallejo, escribió una reseña en La República.Años después, la moda escribir como Buko alcanzó a muchos escritores de por estas tierras y otras como Galarza, Rilo, Fuguet, Lóriga, Mañas y tanta pluma que con la pose de escritor maldito de sexo, drogas y intentó dar la hora en el panorama literario, lo que ahora equivale a Bolaño y sus epígonos que valgan verdades hicieron extrañar el original.
Hay mucho por escribir sobre Buko. Sus ataques al New Yorker, sus golpes de puño con Henry Miller, su metida de mano a una escritora, pero el mejor homenaje es leerlo o reelerlo. Dudo mucho que alguien permanezca inmune a su lectura, aun para quien sólo lee periódicos o nada.
